Soy
muchacho provinciano
me levanto muy temprano
para ir con mis hermanos
ayayay a trabajar
me levanto muy temprano
para ir con mis hermanos
ayayay a trabajar
Mercado,
mercado, mercado, Leguía, mercadoo… - Grita
el cobrador de la ruta treinta y cuatro
con casi medio cuerpo fuera de la
ventana del vehículo.
***
Seis
de la mañana. El despertador suena, el sol comienza a brillar. El día comienza.
¡Ya
me voy mamá!- Me despido moviendo mi
mano de izquierda a derecha.
Cuídate
- Responde la señora Flor con voz
suave y soñolienta.
***
Algunos hacen viajes largos, otros cortos; pero todos
viajan ya sea en avión, en bus, en un micro o en una combi. Y yo siempre viajo
de la esquina de mi casa hasta mi trabajo en una combi.
Es
un viaje de treinta o cuarenta minutos,
dependiendo del tráfico o si la combi está vacía.
El
viaje en la mañana es más tranquilo porque el alboroto en Cajamarca recién está
comenzando. Pero al regresar a mi casa
todo es un caos.
***
Sube,
sube ¡Dalee! - Indica el cobrador de un
metro y medio.
Llama,
llama – Le exige el conductor sin
enfadarse.
La
combi está casi llena y mientras va avanzando el conductor sube el volumen de
la canción “Soy Provinciano” de
Chacalón.
-No
tengo padre ni madre, ni perro que a mi ladre, solo tengo la esperanza ayayay
de progresar- Comienza a cantar moviendo sus manos al ritmo de la música.
-
Mercado, mercado, mercado, Leguía, mercado…- Llama el cobrador mientras más
personas suben a la combi.
Los
olores de todos comienzan a combinarse y
el clásico al fondo hay sitio comienza a llenar en su totalidad a la combi y
aun así el cobrador sigue llamando.
Mercado,
paradero a Otuzco, leguia, Santa Apoloniaaa -
grita sin tener ningún gallo.
La
música sigue sonando y esta vez le sigue la canción “Ambulante soy” de los
Shapis.
Ambulante
soy, proletario soy.
Ambulante soy, muy humilde soy…
Ambulante soy, muy humilde soy…
-¿Alguien
baja maestro? ¿Nadie? – pregunta el cobrador comenzando a cantar igual que el conductor.
¡Ay,
ay, ay, ay, ay!
Que triste es vivir
¡Ay, ay, ay, ay, ay!
Que triste es soñar...
Que triste es vivir
¡Ay, ay, ay, ay, ay!
Que triste es soñar...
Uno
que otro pasajero acompaña la música moviendo sus pies al ritmo de la canción.
Dos
señoras que aparentan cincuenta años están sentadas en el asiento preferencial
conversando sobre quién de sus hijos es
mejor que el otro.
Un
señor comienza a leer su periódico, otra señora le llama la atención a su hija
por no copiar su tarea bien y la gran mayoría están hipnotizados por sus celulares.
Todos
viven su propio mundo.
***
¿Alguien
baja paradero Otuzco? – Pregunta el cobrador
Nadie
responde y el cobrador sigue llamando.
Al
llegar al mercado la combi comienza avanzar lentamente, ahí se comienzan a ver
cara a cara todos los conductores y cobradores de todas las rutas de transporte
público de Cajamarca. Algunos se insultan, otros preguntan si vieron a su
competencia, otros se hacen bromas.
Todos
son conscientes que en el jirón Leguía es para manejar lento y soportar el
terrible sol de las doce y media del día, además de soportar el olor peculiar
del mercado.
¡Lleve
caserita, lleve! – dicen en coro las vendedoras del mercado
Miles
de personas pasan comiendo, hablando por
celular, comprando frutas, carne y vegetales. Se escucha reggaetón, salsa,
chicha. Todo es una mezcla.
La
basura está cerca de las sandias peladas y a nadie le importa la cantidad de
moscas que se acercan a la basura y a lo que venden.
Hay
cinco perros que rompen las bolsas de basura y comienzan ayudar más al caos y
contaminación.
Mientras
la música chicha sigue sonando la combi treinta y cuatro va avanzando hasta
llegar a Chanchamayo y Leguía.
Bajan
– Digo sin poder salir de todas los cuerpos pegados como sardinas dentro de una
lata que parece combi. Llegando al fin de mi viaje de retorno a casa.