En
la historia de la humanidad primero se ha hecho malabares y después se inventó
la física – Dice Maximo con los ojos brillosos y una sonrisa pícara.
***
Once
y cuarenta y cinco de la mañana.
Los
que van entre la avenida Hoyos Rubio y la avenida Vía de Evitamiento Norte
saben que esa es la zona de los malabaristas y que durante un minuto mientras
el color rojo, ámbar y verde cambian en el semáforo serán testigos del arte del
malabarismo.
Buenos
días, espero les guste – Menciona Maximo
mientras comienza a lanzar al aire primero una pelotita amarilla y después tres
pelotitas blancas más. Comenzando una secuencia de movimiento.
***
Primero
las cosas volaban por el aire y como que no encontraban mucha explicación y
bueno después apareció Newton a darle forma cómo es que se podía hacer tantas
piruetas con cosas en el aire. Y bueno por eso es que me gustan los malabares
porque es muy primitivo, de las primeras cosas que ha hecho el hombre –
Menciona Maximo Gianelli con su acento argentino.
Gianelli
desde los diecinueve años acostumbro a sus padres de que él es un hombre
aventurero. Salía de su casa y regresaba después de tres o cuatro meses.
Iba
acostumbrando a mis padres, primero viajaba en la misma Argentina. Y de ahí
volvía – Dice Maximo riendo de sus recuerdos de juventud.
Ahora
él tiene veinticuatro años y menciona que no se arrepiente de nada, que le
gusta su estilo de vida. Y aunque no gane mucho, su arte le ha llevado a
conocer muchos lugares de Perú y Bolivia, además de Argentina. Sin embargo a
veces extraña su mate, su característica bebida argentina.
El
otro día tomamos unos mates acá con un loco que estaba en el circo, un
argentino. Me dice: loco che querés tomar
unos mates. Oh pero de una le digo. Apareció el loco con el termo y los
mates. – dice Maximo emocionado por
haber tomado después de mucho su bebida
preferida y típica de su lugar de origen.
Con
sus ojos verdes combinados con color café, su sonrisa simpática, su sombrero
negro, su polo rojo con un agujero en el pecho y sus medías negras con rayas
blancas; comienza su trabajo de malabarista que aprendió en un año.
Para
después pedir algún dinero a los conductores mientras avanzan un jueves por la
mañana.
***
Siete y media de la noche. En la misma
avenida. Dos malabaristas se dividen la
vía para trabajar.
Todos
los malabaristas somos una familia, donde nos encontramos nos hablamos y a veces
te vuelves a cruzar de vuelta con ellos – Dice Cristian emocionado – Porque
para ser malabarista hay que vivirlo y sentirlo.
Cristian también es de argentina, pero él no
tuvo que acostumbrar a sus padres a que un
día se iría por más de cuatro meses. Porque sin decir nada a los veinte
años dejó su trabajo de ocho horas en un hospital como enfermero auxiliar y su carrera de analista
de sistemas.
Me
agarro la idea y me fui y no la pensé. Y era bueno un mundo nuevo, otra cultura
y cosas que aprender. Yo no me acostumbro a muchas cosas pero los dejo pasar,
es como que se te cierran puertas pero hay millones todavía abiertas – Menciona
Cristian con una sonrisa.
Él
tiene 29 años y este 5 de agosto cumple 30. Ha visitado casi todo el Perú y es
la segunda vez que regresa al país pero la primera que visita Cajamarca.
Cajamarca
esta bueno, pero yo no sé cuánto tiempo me quede. Soy un tipo que no planea,
hago las cosas que vayan fluyendo. Dice Cristian mirando sus varas con las que
hace malabares.
Cristian
lleva cuatro años y medio siendo malabarista, ya que en uno de sus viajes un
chileno que ya no práctica los malabares le enseño el arte de mover las clavas
y desde entonces le fascina mostrar ese habilidad en la calle y vivir con ello.
Y
aunque ha tenido días buenos y malos por lo económico él rescata lo que aprende
día a día.
Con
lo necesario se puede estar bien, muchas veces uno se estresa porque quiere
tener más cosas pero esto no es así – Menciona Cristian moviendo sus manos para
tomar energía y seguir trabajando.
Antes
de pararse en la vía menciona que para este arte no hay edad mientras no tengas
familia a la que mantener o problemas
económicos.
Porque
este arte es un mundo nuevo que se descubre día a día- Dice Cristian comenzando
a mover sus clavas iluminado solo por las luces de los autos que están enfrente
de él.
***
Al
frente de Cristian está otro compañero de la aventura y del malabarismo.
Él
realiza el arte del swing con fuego, que consiste en mover en forma circular
unas cadenas con fuego.
Su
nombre es Camilo y es de Chile. Y él igual que Cristian dejó una vida
profesional en su país.
En
Chile era profesor de educación física, pero de un momento al otro quiso dejar
la rutina y decidió salir a conocer el mundo.
Llevó
un mes haciendo malabares, cuando llegue
al Perú me encontré con una amigo malabarista
y él me enseño clavas y de ahí me encontré con otro amigo y me enseño
esto del swing con fuego – Dice Camilo
moviendo sus cadenas apagadas.
Menciona
que con este arte ha conocido Bolivia, Puno,
Arequipa, Ica, Lima, Trujillo y qué le recomendaron Cajamarca.
Cajamarca
tiene una vibra y una energía tan linda,
la gente es súper especial. Puede que me quede hasta un mes, pero no debo
porque tengo que seguir viajando porque me quedan un mes y quince días para
poder salir del Perú si no me multan – Menciona Camilo un poco triste.
Él
recién ha llegado hace dos días y dentro de tres días se va a la selva. Y para
recordar su viaje por Cajamarca se está llevando una perrita blanca de un mes
de nacida que encontró en la calle.
Por
lo menos si como, si me alcanza para un hostal.
Sí es un poco rentable. Que uno
se haga millonario no pero uno alcanza a vivir, para poder viajar. Y si trabajo
todo el día me gano cien soles que ya me alcanza para más – Dice Camilo
sonriendo.
Los
carros comienzan a pararse y Camilo se prepara para mostrar su arte, saluda y
enciende sus cadenas. Al terminar el minuto del cambio de colores del semáforo
apaga el fuego soplando y comienza acercarse a los carros para que le den
algunas monedas.
No
existe edad para ser malabarista, cualquier persona puede aprender, solo
necesitan dedicación y tiempo. La persona que quiere aprender algo solo
necesita dedicación. Si quieres ser médico lo vas a ser, si quieres ser profesor lo vas a ser.
Que yo lo soy y ahora hago malabares y nadie me creería que soy un profesor –
Menciona Camilo alegre y con un brillo en sus ojos azules.
El
semáforo vuelve a cambiar y Camilo y
Cristian vuelven a mostrar su arte en el malabarismo con carisma y alegría.
Porque para ser malabarista hay que vivirlo y
sentirlo.