domingo, 3 de diciembre de 2017

MALABARISTAS DE PROFESIÓN



En la historia de la humanidad primero se ha hecho malabares y después se inventó la física – Dice Maximo con los ojos brillosos y una sonrisa pícara.

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Once y cuarenta y cinco de la mañana.

Los que van entre la avenida Hoyos Rubio y la avenida Vía de Evitamiento Norte saben que esa es la zona de los malabaristas y que durante un minuto mientras el color rojo, ámbar y verde cambian en el semáforo serán testigos del arte del malabarismo.

Buenos días, espero les guste – Menciona  Maximo mientras comienza a lanzar al aire primero una pelotita amarilla y después tres pelotitas blancas más. Comenzando una secuencia de movimiento.

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Primero las cosas volaban por el aire y como que no encontraban mucha explicación y bueno después apareció Newton a darle forma cómo es que se podía hacer tantas piruetas con cosas en el aire. Y bueno por eso es que me gustan los malabares porque es muy primitivo, de las primeras cosas que ha hecho el hombre – Menciona Maximo Gianelli con su acento argentino.

Gianelli desde los diecinueve años acostumbro a sus padres de que él es un hombre aventurero. Salía de su casa y regresaba después de tres o cuatro meses.

Iba acostumbrando a mis padres, primero viajaba en la misma Argentina. Y de ahí volvía – Dice Maximo riendo de sus recuerdos de juventud.

Ahora él tiene veinticuatro años y menciona que no se arrepiente de nada, que le gusta su estilo de vida. Y aunque no gane mucho, su arte le ha llevado a conocer muchos lugares de Perú y Bolivia, además de Argentina. Sin embargo a veces extraña su mate, su característica bebida argentina.

El otro día tomamos unos mates acá con un loco que estaba en el circo, un argentino. Me dice: loco che querés tomar  unos mates. Oh pero de una le digo. Apareció el loco con el termo y los mates. – dice Maximo emocionado  por haber tomado después de mucho su  bebida preferida y típica de su lugar de origen.

Con sus ojos verdes combinados con color café, su sonrisa simpática, su sombrero negro, su polo rojo con un agujero en el pecho y sus medías negras con rayas blancas; comienza su trabajo de malabarista que aprendió en un año.
Para después pedir algún dinero a los conductores mientras avanzan un jueves por la mañana.

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 Siete y media de la noche. En la misma avenida. Dos malabaristas  se dividen la vía para trabajar.

Todos los malabaristas somos una familia, donde nos encontramos nos hablamos y a veces te vuelves a cruzar de vuelta con ellos – Dice Cristian emocionado – Porque para ser malabarista hay que vivirlo y sentirlo.

  Cristian también es de argentina, pero él no tuvo que acostumbrar a sus padres a que un  día se iría por más de cuatro meses. Porque sin decir nada a los veinte años dejó su trabajo de ocho horas en un hospital como  enfermero auxiliar y su carrera de analista de sistemas.

Me agarro la idea y me fui y no la pensé. Y era bueno un mundo nuevo, otra cultura y cosas que aprender. Yo no me acostumbro a muchas cosas pero los dejo pasar, es como que se te cierran puertas pero hay millones todavía abiertas – Menciona Cristian con una sonrisa.

Él tiene 29 años y este 5 de agosto cumple 30. Ha visitado casi todo el Perú y es la segunda vez que regresa al país pero la primera que visita Cajamarca.

Cajamarca esta bueno, pero yo no sé cuánto tiempo me quede. Soy un tipo que no planea, hago las cosas que vayan fluyendo. Dice Cristian mirando sus varas con las que hace malabares.

Cristian lleva cuatro años y medio siendo malabarista, ya que en uno de sus viajes un chileno que ya no práctica los malabares le enseño el arte de mover las clavas y desde entonces le fascina mostrar ese habilidad en la calle y vivir con ello.
Y aunque ha tenido días buenos y malos por lo económico él rescata lo que aprende día a día.

Con lo necesario se puede estar bien, muchas veces uno se estresa porque quiere tener más cosas pero esto no es así – Menciona Cristian moviendo sus manos para tomar energía y seguir trabajando.

Antes de pararse en la vía menciona que para este arte no hay edad mientras no tengas familia a la que mantener o  problemas económicos.

Porque este arte es un mundo nuevo que se descubre día a día- Dice Cristian comenzando a mover sus clavas iluminado solo por las luces de los autos que están enfrente de él. 

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Al frente de Cristian está otro compañero de la aventura y del malabarismo.
Él realiza el arte del swing con fuego, que consiste en mover en forma circular unas cadenas con fuego.
Su nombre es Camilo y es de Chile. Y él igual que Cristian dejó una vida profesional en su país.
En Chile era profesor de educación física, pero de un momento al otro quiso dejar la rutina y decidió salir a conocer el mundo.
Llevó un mes haciendo malabares, cuando  llegue al Perú me encontré con una amigo malabarista  y él me enseño clavas y de ahí me encontré con otro amigo y me enseño esto del  swing con fuego – Dice Camilo moviendo sus cadenas apagadas.

Menciona que con este arte ha conocido Bolivia, Puno,  Arequipa, Ica, Lima, Trujillo y qué le recomendaron Cajamarca.

Cajamarca tiene  una vibra y una energía tan linda, la gente es súper especial. Puede que me quede hasta un mes, pero no debo porque tengo que seguir viajando porque me quedan un mes y quince días para poder salir del Perú si no me multan – Menciona Camilo un poco triste.

Él recién ha llegado hace dos días y dentro de tres días se va a la selva. Y para recordar su viaje por Cajamarca se está llevando una perrita blanca de un mes de nacida que encontró en la calle.

Por lo menos si como, si me alcanza para un hostal.  Sí es un poco  rentable. Que uno se haga millonario no pero uno alcanza a vivir, para poder viajar. Y si trabajo todo el día me gano cien soles que ya me alcanza para más – Dice Camilo sonriendo.

Los carros comienzan a pararse y Camilo se prepara para mostrar su arte, saluda y enciende sus cadenas. Al terminar el minuto del cambio de colores del semáforo apaga el fuego soplando y comienza acercarse a los carros para que le den algunas monedas.

No existe edad para ser malabarista, cualquier persona puede aprender, solo necesitan dedicación y tiempo. La persona que quiere aprender algo solo necesita dedicación. Si quieres ser médico lo vas  a ser, si quieres ser profesor lo vas a ser. Que yo lo soy y ahora hago malabares y nadie me creería que soy un profesor – Menciona Camilo alegre y con un brillo en sus ojos azules.
    
El semáforo vuelve a cambiar y  Camilo y Cristian vuelven a mostrar su arte en el malabarismo con carisma y alegría.


 Porque para ser malabarista hay que vivirlo y sentirlo. 

LA HISTORIA DE UN MILAGRO


                      

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo…
-Señor padre Dios te pido por las almas del mundo entero – Repetía en voz baja la pequeña Violeta tomada de la mano de su madre.
***
Es Semana Santa. En el reloj da las seis empunto de la tarde y el Señor Jesús sale en procesión junto con San Juan y la Madre María.  Este mismo día el alma y la vida de una de las vecinas San Predranas se desprenden de su cuerpo. Los vecinos van a rezar a la casa de la difunta.
 Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
-Dale Señor el descanso eterno – Decía la madre de Violeta.
-Y brille para ella la luz perpetua – Repetían todos.
***
Señor te pido… –  Violeta dejó de rezar porque a lo lejos de la plazuela San Pedro, sobre el techo marrón de una casa; comenzó a brillar una luz blanca, casi divina, en forma circular.
Ella dejó de sujetar la mano de su madre. Y siendo las dos de la mañana, sin temor se dirigió hasta la plazuela. Al ver la luz de cerca se quedó  maravillada por la intensidad de su brillo. 
Hasta que aquella forma circular comenzó a moverse, dirigiéndose hasta la huerta de una casa que está a lado de la Iglesia San Pedro. Donde se puede ver una ventana de un cuarto de  la Iglesia en el que se guarda el cuerpo del Señor del Santo Sepulcro.  La luz se quedó iluminando aquella ventana unos segundos para después pasar a iluminar toda la Iglesia por su interior.
 “Es la Virgen de los Dolores que viene a verlo a su hijo “dijo la madre de Violeta mencionando que cada vez que sale en procesión la virgen viene a verlo.
***
A lo largo de su vida, antes y después de su acercamiento a Dios, el Señor se ha manifestado de muchas formas. Violeta, recuerda que en su niñez, junto a su hermana Marta, vieron pasar al “Judío errante”.

-           Nosotras tendríamos diez años, nos encontrábamos en la plazuela, cuando era las once de mañana, fuimos a la iglesia, nos sentamos a observar al Señor del Sepulcro, cuando de pronto vimos a un hombre alto, fornido, de piel clara, vestido de terno, él no parecía de aquí. Las ancianitas que estaban ahí decían “el Judío errante, es el Judío errante”. El hombre entró, se acercó al Señor y le dijo “miles de años te he buscado y vengo a encontrarte aquí”, y se fue. Nosotras muy curiosas fuimos inmediatamente tras de él, pero desapareció. Era él, el “Judío errante”. Aquel hombre que les negó posada a José y María cuando Jesús iba a nacer, y José le dijo “Por miles de años andas buscando posada en todo el mundo”. Cuenta Violeta.
***
Violeta Villanueva Ortiz, hoy con 67 años ha pasado muchas pruebas de fe que Dios le ha puesto. Y no se arrepiente de servir al Santísimo porque “El Señor es grande y él todo lo puede” menciona.
Además comenta que es un milagro o un deseo de Dios haberla encontrado en la tienda de su hermana, porque ella no iba a ir a verla pero algo hizo que deseará ir a visitarla.
Con lágrimas que intenta secar rápidamente de sus mejillas indica que su fe y la Virgen María la salvaron de la muerte.  Con la voz quebrada por el dolor del recuerdo, menciona que hace dieciocho años  faltando pocos días para la Semana Santa en un sueño La Madre del Calvario  se le apareció y le dijo  “Anda hazte ver y vienes”.  
-Ahí mismo me fui a ver a mi hermana y nos fuimos al ginecólogo – dice Violeta secando algunas lágrimas que se quedaban en su mejilla.
El doctor al revisarla le dijo que no tenía nada pero que por si acaso le sacarían el papanicolau.
A los dos días Violeta se fue a recibir los resultados en compañía de su hermana.
-          Usted tiene displasia severa – le dijo el doctor
-          ¿Qué es eso? – dijo Violeta cayendo al suelo del susto.
-          Es inicio de cáncer – le explicó el doctor
“Eso es lo que la Madre me había avisado” menciona Violeta con sus ojos brillosos.
Al año ella viajo a Lima a realizarse una histerectomía completa. En esa operación llevó la imagen del Señor del Santo Sepulcro y de La Madre del Calvario.

-          Doctor puede ponerlo estas dos fotos del Señor del Santo Sepulcro y de La Madre del Calvario – Le pidió Violeta al doctor antes de iniciar la operación.

-          Muy bien señora cajamarquina – Le dijo el doctor
Al finalizar la operación, cuando Violeta despertó le contaron que durante toda la operación ella rezaba y hablaba.
Ella menciona que en aquella operación había soñado que les decía a sus amistades  “ahí pasa el Señor del Santo Sepulcro”, que lo veía sentado en una nube que rodeaba su cuerpo en el quirófano.
***
Violeta ya va 38 años de servicio a la Hermandad del Señor del Santo Sepulcro en la Iglesia de San Pedro y prefiere servir a Dios antes que caer en una vida profana.
Después de un tiempo formó el comité de La Madre del Calvario y desde entonces ella ayuda a la preparación de la festividad de la Madre Santísima. La cambia rezando y sujetando sus manos.
-          A veces la Madre esta pálida y otros días esta chaposa cuando voy a cambiarla- Menciona Violeta
Además recalcar que cambiarla no es fácil porque ella no se deja cambiar por cualquier persona y cuando está así solo hay que decirle al oído “Madre déjese cambiar, no nos haga sufrir” menciona Violeta. 
-          Cuando sale en procesión se ve bellísima, sale toda chaposa como si estuviera contenta que la sacaran – dice Violeta con una sonrisa

“Yo estaré  ayudando en San Pedro  hasta que Dios me lo permita”  indica Violeta. 

DULCE CON SABOR A TRADICIÓN



Entre dulces y tradiciones Cajamarca despierta, entre dulces que ahora a pocos contenta, será su sabor o su color, pero que ahora muchos recuerdan como una herencia.

-       Aquí tiene señorita – dijo María Marcelo de Salas

En un plato de tecnopor blanco, un fruto naranja perfecto rebalsa con el almíbar.  Un aroma a canela y clavo que te transporta  a aquellos años dorados, en los que la berenjena era el dulce esperado por niños, adultos y centenarios.

-       ¿Desea pasar? – Me pregunta María con una sonrisa de bienvenida.

 Su casa es tradicional pero acogedora. Acondicionada para su negocio. Cuatro muebles de madera, con cojines de espuma cubiertos con  fundas tejidas a crochet. Paredes adornadas con imágenes de calendarios y una pizarra con los precios de cada producto que María ofrece a todos aquellos que pasan por la angosta y tradicional calle Pisagua.   

-       Tenga señorita –  Dice María con una cuchara de plástico en la mano acompañada de servilletas.

Su sabor agridulce, hace de este postre una adicción para el paladar.  A pesar de ser dulce, cada bocado parece ser el primero. Sin notarlo estoy llevando la última cucharada a la boca. Lo único que queda en el plato son pequeños tallos de la berenjena.
***

María está contenta, es la primera vez que alguien la visita para preguntarle sobre su pasión, los dulces.
“Desde muy pequeña he aprendido de mi madre a hacer dulces. Es el sustento de mi hogar.  Antes hacía más. Pero como ahora todo está caro, ya no me sale”  - dice nostálgica.
Su carta de presentación es el dulce de berejena, seguido del dulce de higo, la leche asada, la leche cortada, alfajores, charlota y torta de chocolate.
“las tapitas de leche y torta boreal eran muy pedidas pero como la leche subió y el gas también ya no se puede. Hasta las pecanas subieron de seis soles a veinte el kilo” – menciona María.
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Señora deme  un dulce de higo. ¿Puedo pasar? – Llama a su puerta una de sus clientas frecuentes.

María abre la puerta y hace pasar amablemente a su clienta.  La pasión que ella tiene por su trabajo lo demuestra en la gentileza con la que atiende.
Llegan más, es el inicio de su día laboral.

Al igual que María, las hermanas Marta y Violeta Villanueva Ortiz tienen una pequeña tienda en el jirón Unión y Juan Villanueva, este último en honor a su padre, un pintor reconocido en Cajamarca.
Para ellas su mayor herencia no es su casa, que fue un convento, ni tampoco los bienes que recibieron, si no la grandeza de saber la receta de los dulces tradicionales que su madre les dejó.
Conocer a  las hermanas Villanueva me regresó a los años dorados. 
Marco Montero, uno de los tradicionales vendedores de estos dulces, pero no fabricante, cuenta brevemente que la familia Villanueva Ortiz no fue la única dedicada a estos dulces,  que tiempos atrás dos señoritas conocidas como “Las Perlitas” también ofrecían el dulce sabor a tradición, pero fallecieron sin dejar descendencia.
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Marta y Violeta recuerdan con gran nostalgia su infancia. “Somos tres hermanas, pero  solo nosotras hemos mantenido la tradición de preparas estos dulces para las fiestas costumbristas de Cajamarca y alrededores” – dice Marta mirando a su hermana.
Es una tienda muy pequeña, rodeada por vitrinas repletas de dulces morados, naranjas, verdes, amarillos, blancos; con formas de perritos, ovejitas, muñecas, rombos y con sabores a camotillo, zanahoria, jarabes y maní.
“Llevamos con esta tradición hace más de sesenta años, a pesar del tiempo y de nuestra poca fuerza hemos seguido adelante. La gente nos conoce y sabe a dónde venir. A pesar de los años  nuestro negocio va bien. Nos piden un montón de dulces. Lástima que después de nosotras ya no haya quien continúe esta tradición. Pero estamos orgullosas” – dice Marta mostrando un cuadro con el afiche del primer concurso de dulces y licores tradicionales de Cajamarca en el que obtuvieron el primer puesto.
Marta y Violeta rodean los setenta años y aunque no lo parece el peso de la edad no influye en su labor porque como ellas lo mencionan todo depende de Dios.
Sus manos mágicas, como ellas mencionan, son herencia de su familia, ya que todos tienen un lado artístico. Muy aparte de realizar dulces, Violeta pinta y moldea figuras surrealistas; y Marta confecciona los vestidos de los bollos que en su tienda venden.  
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Los dulces  más vendidos en su tienda son figuras hechas a base de azúcar y agua que forman un masa blanca parecida a la masa elástica, con diferencia que esta es dura.
Los pedidos son hechos con anticipación de ocho días y estos se utilizan para la llamada “Mesa de Once” que se dan en bautizos, landaruto y fiestas religiosas, que son costumbristas de pueblos aledaños.
Los precios de cada figura varían en el tamaño, van desde un sol hasta siete soles. Y lo mejor de todo es que estos dulces no tienen fecha de vencimiento.

Las formas de este dulce hacen dudar entre llevarlos a la boca o guardarlos como un recuerdo de nuestra tradición. Pero la curiosidad por conocer que sabor tienen, si empalagan, si solo sabe a azúcar o alguna fruta; me hace inmediatamente meterlo a la boca y hacer un viaje al pasado, al recuerdo de la niñez de nuestros padres y abuelos. A ese dulce con sabor a tradición. 

lunes, 13 de noviembre de 2017

RUTA TREINTA Y CUATRO



Soy muchacho provinciano
me levanto muy temprano
para ir con mis hermanos
ayayay a trabajar

Mercado, mercado, mercado, Leguía, mercadoo… -  Grita  el cobrador de la ruta treinta y cuatro con casi medio cuerpo  fuera de la ventana  del vehículo.

***
Seis de la mañana. El despertador suena, el sol comienza a  brillar. El día comienza.
¡Ya me voy mamá!-  Me despido moviendo mi mano de izquierda a derecha.
Cuídate -  Responde la señora Flor con voz suave  y soñolienta.

***
Algunos  hacen viajes largos, otros cortos; pero todos viajan ya sea en avión, en bus, en un micro o en una combi. Y yo siempre viajo de la esquina de mi casa hasta mi trabajo en una combi.

Es un viaje de treinta o cuarenta  minutos, dependiendo del tráfico o si la combi está vacía.

El viaje en la mañana es más tranquilo porque el alboroto en Cajamarca recién está comenzando.  Pero al regresar a mi casa todo es un caos.

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Sube, sube  ¡Dalee! - Indica el cobrador de un metro y medio.
Llama, llama – Le exige el conductor  sin enfadarse.

La combi está casi llena y mientras va avanzando el conductor sube el volumen de la canción  “Soy Provinciano” de Chacalón.

-No tengo padre ni madre, ni perro que a mi ladre, solo tengo la esperanza ayayay de progresar- Comienza a cantar moviendo sus manos al ritmo de la música.

- Mercado, mercado, mercado, Leguía, mercado…- Llama el cobrador mientras más personas suben a la combi.

Los olores de todos comienzan a combinarse  y el clásico al fondo hay sitio comienza a llenar en su totalidad a la combi y aun así el cobrador sigue llamando.

Mercado, paradero a Otuzco, leguia, Santa Apoloniaaa -  grita sin tener ningún gallo.

La música sigue sonando y esta vez le sigue la canción “Ambulante soy” de los Shapis.

Ambulante soy, proletario soy.
Ambulante soy, muy humilde soy…

-¿Alguien baja maestro? ¿Nadie? – pregunta el cobrador comenzando a cantar igual que el conductor.

¡Ay, ay, ay, ay, ay!
Que triste es vivir
¡Ay, ay, ay, ay, ay!
Que triste es soñar...

Uno que otro pasajero acompaña la música moviendo sus pies al ritmo de la canción.

Dos señoras que aparentan cincuenta años están sentadas en el asiento preferencial conversando sobre  quién de sus hijos es mejor que el otro.

Un señor comienza a leer su periódico, otra señora le llama la atención a su hija por no copiar su tarea bien y la gran mayoría están  hipnotizados por sus celulares.
Todos viven su propio mundo.

***
¿Alguien baja paradero Otuzco? – Pregunta el cobrador
Nadie responde  y el cobrador sigue llamando.

Al llegar al mercado la combi comienza avanzar lentamente, ahí se comienzan a ver cara a cara todos los conductores y cobradores de todas las rutas de transporte público de Cajamarca. Algunos se insultan, otros preguntan si vieron a su competencia, otros se hacen bromas.

Todos son conscientes que en el jirón Leguía es para manejar lento y soportar el terrible sol de las doce y media del día, además de soportar el olor peculiar del mercado.

¡Lleve caserita, lleve! – dicen en coro las vendedoras del mercado

Miles de personas pasan  comiendo, hablando por celular, comprando frutas, carne y vegetales. Se escucha reggaetón, salsa, chicha. Todo es una mezcla.

La basura está cerca de las sandias peladas y a nadie le importa la cantidad de moscas que se acercan a la basura y a lo que venden.

Hay cinco perros que rompen las bolsas de basura y comienzan ayudar más al caos y contaminación.

Mientras la música chicha sigue sonando la combi treinta y cuatro va avanzando hasta llegar a Chanchamayo y Leguía.

Bajan – Digo sin poder salir de todas los cuerpos pegados como sardinas dentro de una lata que parece combi. Llegando al fin de mi viaje de retorno a casa.